Aquí les compartimos el punto de vista de Juan Coulasso, alumno de la cátedra de la comisión 1 EC-Guido, coordinada por la prof. Alejandra Maza, en su primer parcial.
¡A leerla! por su riqueza y claridad...
¡¡Felicitaciones, Juan!!
Juan Coulasso es docente y director de teatro
Info sobre sus clases: www.unaderiva.blogspot.com
Última producción: www.aydemi.wordpress.com
Juan Coulasso es docente y director de teatro
Info sobre sus clases: www.unaderiva.blogspot.com
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La Expresión Corporal surge en los
ámbitos privados, y lo hace a partir de la práctica misma, esto quiere decir,
que se aprendía Expresión Corporal, haciendo Expresión Corporal. Mucho tiempo
después se originó la teoría que sustentara dicha práctica. El eje referencial
de la Expresión Corporal es: el cuerpo o la corporeidad de la Danza, abordada
desde diversos enfoques (filosófico, estético, psicológico, sociológico y
antropológico).
Es por esto que se piensa en una concepción múltiple y compleja
del ser humano, como ser bio, psico, sociocultural e histórico, y una
concepción del cuerpo que supera su dimensión biológica y es atravesada por un
doble imaginario, social e individual. La Expresión Corporal nos presenta una
forma de danzar centrada en la improvisación – como proceso de creación
espontánea – y en la percepción del sí mismo como un cuerpo situado en el
mundo. La EC propone una experiencia centrada en el aquí y ahora en una forma
de danzar que modifica nuestro modo de ser y estar en el mundo.
Como
afirma Raquel Guido: “El concepto de expresión corporal en un sentido general y
común, remite a una capacidad o actividad de los cuerpos de los seres vivos de
hacer visible al exterior un movimiento interno que implica emociones surgidas
de la relación abierta con su medio.” (Guido, Raquel, Revista Kiné nro. 70).
Imágenes, pensamientos, emociones, sensaciones, fantasías, deseos, alcanzan en
el gesto expresivo, un espacio donde hacerse visibles y exteriorizarse. El
cuerpo es eminentemente un espacio expresivo, pero no es un espacio expresivo
entre otros espacios, es el origen de todos los otros, nuestro cuerpo es lo que
forma y hace vivir un mundo, es nuestro medio general de tener un mundo.
Todo
acto expresivo que el cuerpo realiza está siempre dirigido a un otro, real o
imaginario. Podemos hablar de dos tipos de actos: los espontáneos o los regulados
por convenciones. La expresión espontánea es transparencia de carácter
inconsciente que da cuenta con el cuerpo de aquello que no puede ser expresado
ni dicho con palabras. Los actos regulados tienen intención comunicativa,
reúnen el decir y el mostrar en un demostrar, a veces subrayando lo
dicho, introduciendo confirmaciones o paradojas. La expresión corporal es una
forma universal de comunicación. En términos individuales suele ser
inconsciente y puede confirmar o contradecir la comunicación voluntaria. Es
también un fenómeno psicosocial, puesto que resulta de la articulación de lo
individual con los códigos de comunicación establecidos socialmente, y es por
todo esto que la EC puede ser abordada por diferentes campos del conocimiento.
La
EC se encuadra dentro de las rupturas producidas en el ámbito de la Danza
Occidental, que comienzan en los primeros 30 años del siglo XX. Estas apuntaban
a una búsqueda centrada en el sujeto, en la creatividad, la libertad expresiva
y la espontaneidad. Como parte de un alejamiento del ideal de belleza clásico y
ligado a las nuevas concepciones del arte, rompe con los códigos – estéticos y
de movimiento – apuntando a la superación de dichas convenciones y apostando a
la creación de nuevos modos de representar una nueva subjetividad. Laban se
refiere a esta dirección que toma la danza, como una búsqueda de “una danza que
exprese al hombre de su tiempo”. Esta nueva búsqueda comienza a revelar algunos
beneficios adicionales, que se “añadían”
al trabajo con el cuerpo y el movimiento en el abordaje específico de la danza
así encarada, y su influencia benéfica sobre los estados mentales y emocionales
de los sujetos. Aquí se producirá una importante articulación entre arte, educación
y salud. De estos antecedentes provienen los dos tipos de encuadres que
contiene la EC: la danza como educación por el arte y otra especificidad
para el arte.
Una
de las herramientas más importantes de la EC es la improvisación. Improvisar es
hacer de pronto y sin preparación. La improvisación es un acto instantáneo, si
se queda demasiado tiempo como para adquirir una forma fija, deja de ser una
improvisación. Vinculado con lo imprevisto, la improvisación abre el juego de
un mundo incierto, en donde la falta de estructura y la incertidumbre
confluyen. La improvisación nace y se instala ahí donde el abordaje lógico
racional agota sus resultados. Opuesta a los paradigmas cartesianos por carecer
de rigor científico, la improvisación, siempre impredecible e incalificable, no
puede ser analizada por su regularidad, repetición y previsibilidad, por eso,
lo imprevisto es la forma misma de lo no deseado. Analizada desde los
paradigmas contemporáneos, que nos hablan del hombre siendo, en donde el conocimiento se construye en una
dialéctica entre el sujeto y lo dado, lo imprevisto aparece como un modo
potente de manifestación de lo no dado, de lo nuevo. Por esto decimos que la
construcción de conocimientos devienen de un recorrido no lineal. Tanto
en la formación del artista como en la composición, la improvisación es una
herramienta fundamental para poder internalizar elementos, cualquiera sea la
técnica o estética que se ponga en juego, y a la vez es muy necesaria en el
tránsito creativo para dialogar con lo ausente, con aquello que aun no se ha
configurado.
Desde
sus orígenes la EC es categórica al proponer una danza para todos, se enmarca
bajo una propuesta de cultura participativa, plural, en donde hacer arte es tan
importante y tan accesible como el contemplarlo. Del mismo modo pone en juego
una danza plural en estéticas y competencias que habilita a la categoría de
artista a sujetos diversos y heterogéneos estratos socioculturales, y referidos
a distintos modelos de cuerpos y habilidades psicomotrices y expresivas. Da
lugar así al predominio de la poética personal y los modos en que ésta
ensambla en la constelación que
configura, promoviendo poéticas grupales y colectivas. Su busca poner en danza
la subjetividad individual, social y colectiva.
La
práctica de la EC propone un quehacer que siembra la idea de la creatividad, y
por esto ha producido una generación de personas con respuesta originales sobre
el mismo tema. La EC ha formado creadores y no sólo repetidores, razón por la
cual hoy en día hay muchas maneras de abordar el trabajo. Se pretende que cada
ser humano pueda encontrar su danza, sus propias metáforas corporales.
2 - Interpretar y articular la
práctica con algunos de los conceptos trabajados en el punto anterior (por lo
menos tres).
A
lo largo de las clases prácticas hemos recorrido una serie de elementos
técnicos, a la vez que se han sugerido una serie de propuestas creativas. Todas
éstas fueron propuestas flexibles, nunca rígidas, y en todos los casos se nos
dio lugar para transformar la consigna inicial a partir de lo que pudiere
surgir de la práctica misma. Nuestra herramienta de trabajo ha sido, en todos
los casos: la improvisación. Como decíamos en el punto anterior, fue
gracias a esta herramienta que empezamos a descubrir e internalizar
posibilidades expresivas a partir de la exploración sobre diversos elementos
técnicos, como por ejemplo: el pasaje de peso, la percepción de nuestros
isquiones, la percepción de la unión esternón con dorsales, la propia piel,
entre tantos otros. En mi caso particular, y hablo de mi caso porque entiendo
que la experiencia de cada uno de nosotros ha sido diferente, cada clase accedí
a un abanico de posibilidades realmente muy diversas. Tomaré el ejemplo de la
tela tubo, que nos acompañó a lo largo de tres encuentros. La primera vez que
tomé contacto con ella, mi investigación giró en torno a imágenes del reino
animal, algunas monstruosas, la tela utilizada como máscara, pero como máscara
de una bestia, incluso en mi primer encuentro con una compañera, ambos teníamos
el rostro tapado y nos movíamos en cuatro patas, casi como dos felinos que se
seducen, se cortejan y a la vez se repelen y se alejan. La segunda
investigación partió directamente del contacto con otro y ese mismo día trabajé
con una compañera en la que invertimos gran cantidad de fuerza, casi diría que
fue una investigación sobre las distintas formas de la violencia. La tela fue
soga, sirvió para atar al otro, para amordazarlo, para limitarlo, para
anudarlo. En el tercer encuentro focalizamos en las piernas y a la vez en el
puro contacto con mi compañera, casi como si la tela ahora fuera el otro, como
si la experiencia misma del contacto con ese material elástico, flexible,
adaptable al cuerpo, de pronto se fundiera, o se confundiera en el otro.
Lo más llamativo es que ninguna de esta experiencias estuvieron pautadas con
anterioridad, todas surgieron del aquí y ahora de la improvisación. Del mismo
modo, la investigación con la prenda de ropa me condujo a propuestas muy
diversas: por momentos bailaba con la prenda, como si ella misma fuera otra
persona, por momentos la prenda era una máscara, por momentos la figura de
alguien acostada en el piso. Considero que en todos los casos, la respuesta de
cada alumno a cada consigna fue tan variada que sin duda pudimos verificar a lo
largo de las clases hasta qué punto se cumple esta idea de una Danza que
promueva la búsqueda de un poética personal, genuina. En todo momento, cada uno
desarrolló su Danza, su poesía corporal, sus propias metáforas. Clase a
clase, dejábamos las palabras de lado, y nos sumergíamos en el propio lenguaje
corporal. Como afirma Patricia Stokoe, así como sabemos que la poesía está en
todos los seres humanos y no solo en los grandes poetas, la danza está en todos
y no solo en los grandes bailarines. Por esto la propuesta fundante de la EC es
ayudar a que el cuerpo piense, se emocione, y transforme esta actividad
psíquica-afectiva en movimiento, gestos, ademanes y quietudes cargados de
sentido propio. En mi experiencia singular, fui descubriendo toda clase de
movimientos que, según recuerdo, nunca antes había realizado, y a la vez, pude
resignificar y reencontrarme de un modo nuevo con miles de movimientos ya
conocidos por mí. Todos movimientos que sólo al analizarlos con posterioridad,
los encuentro plagados de significación y potencia.
Desde
otro ángulo, pero siguiendo la línea del párrafo anterior, citaré a Bernard:
“...toda reflexión sobre el cuerpo es, quiérase o no, ética y metafísica”. La
actitud que cada uno de nosotros adopta frente al cuerpo refleja la la actitud
que elegimos, explícitamente o no, respecto de la realidad absoluta. Todo
enfoque sobre el cuerpo implica una elección filosófica, incluso teológica, y
semejante enfoque oscila entre la condenación o denuncia del cuerpo y la exaltación
o apología del mismo, entendido como órgano de goce, como medio de liberación
individual o colectiva. “El cuerpo se concibe según como se concibe a Dios”,
afirma Bruaire. Considero que todas estas ideas se ponían en juego en cada uno
de nosotros, a lo largo de clase. Esa multitud de movimientos que componen la
“valija expresiva” de cada uno de nosotros, se encontraba siempre atravesada,
queramos o no, por las ideas recién enunciadas. Cada gesto, cada acción física
supone un cuerpo atravesado por una cultura. La EC, como afirmábamos antes, no
solo es una propuesta estética, sino que también es una propuesta de trabajo que invoca una ética. Cada clase
significó para mí un “retorno al cuerpo”, a ese cuerpo atravesado por mi
experiencia singular y por la sociedad en la que vivo. Cada encuentro implicó
redescubrir este cuerpo, reinterpretar sus limitaciones, reutilizarlo,
brindarle una nueva potencia. La EC parece servirse de la idea de Bernard de
desmitificar la imagen del cuerpo a partir de un análisis profundo del impacto
sociológico e ideológico que la sociedad omnipresente ejerce sobre él. Nuestro
cuerpo es nuestra cultura. Toda la experiencia corporal de cada sujeto está
invadida y modelada desde el principio por la sociedad en que vive. Toda expresión
que surja está de algún modo, afectada por nuestro contexto. Toda nuestra
experiencia individual, dentro de la clase y por fuera de ella, está atravesada
por la estructura mitológica del cuerpo de esta época, y esa mitología
condiciona la experiencia. Considero que parte del trabajo que sobrevendrá
implicará analizar y volver consciente parte de esta mitología, para poder
transformarla.
Por
último, me resulta necesario destacar como, a diferencia de otras carreras del
IUNA, las clases de EC son las únicas en las que uno puede observar cuerpos
verdaderamente muy diversos, y esto sin duda se relaciona con el enfoque ético
de la EC, desarrollado también en el punto anterior: la propuesta de una danza
para todos, que habilita a la categoría de artista a sujetos diversos y
heterogéneos estratos socioculturales, corriéndose del modelo de cuerpo de la
Danza Clásica, y a la vez promoviendo posibilidades para sujetos provistos de
muy variadas habilidades psicomotrices y expresivas. En este punto el enfoque y
propuesta de Bernard se unen con la propuesta pedagógica de la EC: como el
cuerpo es cultura, toda decisión sobre el cuerpo es también una decisión
cultural, ética, y por lo tanto, a diferencia de otras disciplinas, la EC,
comprende que no solo el resultado artístico final es lo importante, sino todo
el proceso de construcción del mismo, el marco en que se realiza, los acuerdos
grupales necesarios para poder llevarlo a cabo. En fin, que ética y estética
están muy vinculadas entre sí y que ambas son extremadamente necesarias para
llevar a cabo nuestra labor artística y pedagógica.
¡Brillante! tu articulación, tu síntesis, tu redacción. Interesantísimo, y muy claro además
ResponderEliminarme encantó! como crece la Expresión Corporal!!!
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