Agradecemos a Marcela Collins, de la comisión de Alejandra Maza, que gentilmente nos acercara las reflexiones que hiciera luego de algunas clases de entrenamiento
¡Qué las disfruten!
4 de abril
Un desperezarse estirado, suave pero dinámico, como si supiéramos que hay que despertar a un día que va a ser de pechos abiertos y percusiones. Vamos cambiando bastante pronto de nivel, el piso nos empuja y dejamos a las manos bailando tranquilas, hay otros apoyos para andar subiendo. Y así, codos-manos, hombros-manos, piernas-manos, cabezas-manos, abdominales que con más o menos temblores nos sostienen si queremos llegar a sostenernos con los pies. Ellos están ahí, cuando estamos altos,
ellos están ahí, guiándonos para promover encuentros. Algunos circunstanciales hasta llegar a una danza de reconocimiento y recorrida que cerramos despacito, sin que se sienta que ya no estamos piel con piel con quien haya sido.
Y ahora a respirar. Mis manos te cuentan cuanto volumen podés llenar con tu aire. Lo entendés. Tu pecho me muestra cuanto se expande por los laterales si quiere encontrarse con mis manos. Después me proponés respirar en diagonal y en otra diagonal. Tus manos “me dan cuenta” de cuánto más puedo abrirme. Y naturalmente en un momento el aire desbordó la consigna. Entonces tus manos me ejecutaban como a un bandoneón y yo te abría y cerraba como abría y cerraba a mi propio cuerpo. Con la cálida confianza de quienes abrieron sus plexos intentamos la distancia para fracasar gustosamente y elegimos que lo único que había de bueno en la distancia era el reencuentro. Así sí.
Después nos miramos. Todos éramos pechos abiertos, espaldas redondas, cuerpos danzando a partir de esas uniones de aire. Cómo sostiene ser mirado de verdad, sin juicios, con complicidades y comprensiones.
Y para terminar los tambores, dúos de fieras, hembras, machos, pechos abiertos y caderas poderosas, mucha pierna por los aires, mucho encuentro, vibraciones potenciadas por la ronda redonda o, mejor, red de onda! Y mientras escribo me río con toda la cara y soy toda mi cara, como lo hicimos hoy en la celebración que nos fue llevando al final, final estirado porque ni Tomás ni nosotros sabíamos si hacerle caso a las ganas o al cansancio…un acuerdo de tambores y movimientos…y al final…llegó el final. Ahhhhhhhhhhhh!!!
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