Si el Prof. Brandolino era reconocido por su sólida y amplia formación y trayectoria, para los que tuvimos algún contacto con él, de alguna u otra manera, más cercana o lejana, seguramente quedará en nuestra memoria como Pacha.
Uno podía encontrarse o cruzarse con él por los pasillos del DAM o sentarse a tomar un cafecito en “Frahel”. O bien, verlo trabajando apasionadamente desde su lugar de consejero, como profesor o especialista en crítica en alguna mesa redonda o conferencia.
El resultado era siempre el mismo: esta figura grande, maciza, siempre mochila o bolso al hombro, de movimientos ampulosos, simpático, frontal, controversial, divertido, histriónico, despertaba inexorablemente admiración o sorpresa.
No era amiga de Pacha, tan sólo conocidos por esas vueltas de la vida que nos llevan al mismo lugar de trabajo o que nos hacen tener conocidos en común que nos terminan vinculando de alguna u otra manera.
Sin embargo, pienso en Pacha, hoy, después del estupor y la sorpresa que me causó la noticia de su deceso y nuevamente me vienen a la mente dos imágenes: una, los saludos de Pacha, esos abrazos gigantes, siempre dispuestos para quienes saludaba con simpatía, y la otra, el mi amor con que se refería a unos y otros en las charlas informales. Ambas me devuelven la sonrisa con que lo voy a recordar.
Y sí, para mi, Pacha Brandolino quedará como Pacha el admirable: un ser muy valioso, que nos causó mucho interés y despertó una estima, que hoy nos hace estar tristes por su partida pero que lo hace inolvidable en la alegría de haberlo conocido.
Prof. Silvana Sagripanti
No hay comentarios:
Publicar un comentario