Preparándonos para Cátedra Abierta de septiembre


EL BUTOH
Según Rhea Volij


Pues ¿para qué alcanzar a un ser en espíritu y no alcanzarlo en el cuerpo?
Antonin Artaud




Texto de Rhea Volij escrito a partir de un cuestionario de Raquel Guido.
Publicado en la Revista Kiné N_ 84 (octubre 2008)


Qué concepciones del ser humano, del cuerpo y del mundo atraviesan la filosofía y la práctica del butoh:Tatsumi Hijikata, creador del butoh, decía que el cuerpo debe inventar las palabras para hablar de él. Creo que la concepción del cuerpo como el misterio más grande del universo, el lugar del encuentro con nuestras potencias en estado puro y a la vez atravesado por la presencia de la muerte, nos colocan frente a una visión revolucionaria en tanto revulsiva de los valores occidentales que dico¬tomizan y objetifican al cuerpo.
“El cuerpo es un cadáver que intenta desesperadamente tenerse en pie a riesgo de su vida”,
es una célebre frase de Hijikata que se emparenta con aquellas de Artaud: “Soy de pies a la cabeza mi eje y no tengo un punto especial para apoyarme, verme es olvidar mi ser y no ver más que mis acciones. Pues el eje de mi cuerpo ni por un instante deja de cambiar” “el ser es lo que está en movimiento y no sabe desprenderse de él porque es ese movimiento”.
En el butoh he encontrado una danza donde pensamiento, es pensamiento del cuerpo, sentimiento es memoria del cuerpo, el cerebro mismo es parte y no control de él. El cuerpo del butoh es anarquista, y la danza consiste en escuchar esas diferencias, esa multiplicidad de voces que lo componen.
Las relaciones con Artaud no concluyen ahí, sino que se intensifican en la visión de puesta en crisis: bailar butoh es siempre desde una puesta en crisis del cuerpo.
La creación del concepto “cuerpo sin órganos” artaudiana, cuerpo sin organización, nos arrojan un mundo de relaciones y resonancias, de potencias y memoria que nos aleja de la organización y la función. Y esto alcanza no sólo al ser humano sino a él como tejido indisoluble de todo lo existente.
Con esto quiero decir que indagar en el misterio del cuerpo es indagar en los misterios del cosmos. Bucear en la memoria que guarda nuestro cuerpo es despertar presencias que atraviesan el plano personal para develar la singularidad de la experiencia humana.
En el butoh los sentimientos no tienen demasiada importancia; ellos siguen siendo un devaneo mental, una reflexión sobre sí, una apreciación personal sobre el puro acontecimiento.
Confiar en la escucha que lleva a la danza exige entonces la muerte del ego, la presencia del vacío, la intransigencia contra cualquier arremetida de la valoración y la cultura como signos autoimpuestos.
Hay filósofos occidentales que me han ayudado a comprender las visiones de Hijikata. Cuando Spinoza nos dice que toda afección (imágenes, ideas) produce en la duración un afecto, una potencia de acción, ilumina lo que en butoh implica una transformación, un devenir.
El devenir es aquello que posibilita la danza.En ese sentido, las imágenes son precisas y anclaje de la transformación; toda imagen ya es producción, porque refleja una intuición y “dejar hablar al cuerpo por sí mismo” quiere decir seguir el trayecto de las fuerzas que se revelan en la presencia. Así el cuerpo es trayecto de sensaciones en tanto flujos, intensidades.
Bajo esa óptica, la relación con el espacio y el tiempo, cobran una dimensión muy particular. Se ha dicho que el butoh es una danza del no movimiento. Esto es cierto en el sentido que no hay un deseo de moverse, sino que se es movido, bailar es volverse al decir de Von Kleist una “marioneta espiritual”. Nuestro inconciente se vuelve conciencia del cuerpo, quiero decir, el inconciente es la conciencia que el cuerpo produce bailando. Cuando decimos que butoh es presencia total, estamos hablando de esto, de una máxima conciencia de cada movimiento del espíritu en el cuerpo.
La espacialidad entonces tiene más lugar como paisaje corporal, y el desplazamiento en el espacio es una prolongación de las intensidades que se despliegan, más que una necesidad de extenderse, de “ir hacia”.
En el butoh se puede ver una concepción del tiempo y el espacio que nos remontan al teatro Nô y también a la cosmovisión japonesa.
Zea-mi, maestro y teórico del Nô, nos ha dejado el legado de “mover el cuerpo un 70% en el tiempo y un 30% en el espacio”. Qué quiere decir esto. La intensidad de la danza se despliega más en el tiempo que en el espacio, por eso en el butoh la energía es retenida fuertemente en el cuerpo y el tiempo se muestra como duración, como aparición de la eternidad en el movimiento presente.
Tiempo y espacio se pueden designar en japonés con la palabra ma. Ma es el intervalo, lo que está “entre”. Míticamente, Ma es el lugar cercado por unos pilotes, el lugar vacío adonde pueden bajar los kami, los espíritus. Todo vacío puede ser habitado por un espíritu. Toda presencia es un intervalo singular, y al revés, todo espíritu es aparición de un cierto tiempo y espacio. Estamos muy lejos de las categorías kantianas, aunque no tanto de su concepto de aparición y más cerca de las concepciones de tiempo y espacio que tienen los pueblos originarios de América.
Estar más que ser, es a mi modo de ver un modo de comprender la forma de la presencia, el tejido que nos reúne con el mundo; No es mi cuerpo -como dice Deleuze- “sino yo en él, cambiando de forma, franqueando umbrales”.
Por ello el butoh no es expresivo, no hay un deseo de expresar, de transmitir. Se es aquello que se danza, bailo las fuerzas que me componen en el devenir y acepto el acontecimiento de estar vivo, sin esquivar el desgarramiento, la fragilidad, las contradicciones que nos hacen humanos. Esa intransigencia con las formas impuestas, con el deber hacer, construyen un cuerpo desrostrificado, múltiple en naturalezas: animales, vegetales, cósmicas.
¿Qués es butoh, le preguntaron una vez a Hijikata? Y él contestó: eros y violencia.
Elijo el butoh como danza porque confío en el cuerpo como vía de conocimiento, como lugar donde no puedo distraerme con concesiones de mi “conciencia personal”, de “decisiones personales”. En él mi experiencia como bailarina se confronta constantemente con la honestidad del movimiento que surge. Y este es un viaje insondable e infinito.

Otros enlaces a este tema:
http://www.butohrheavolij.com.ar/rhea.htm
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-2207-2005-09-18.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario